Freud darwin y copernico

Freud darwin y copernico

jueves, 26 de octubre de 2017

Psicoanálisis, la tercer herida narcisista, por el Lic. Juan Miguel Hernández Muñoz, Psicólogo Clínico.

Dicen que, en la historia de la humanidad, refiriéndonos específicamente a lo concerniente a la ciencia, 3 han sido las figuras que de una manera un tanto polémica, acapararon toda la atención y los reflectores al momento de presentar sus descubrimientos, los cuales nunca quedaron exentos de agravios por parte de los difusores autorizados de la única e inamovible concepción científica en ese instante. Brevemente podré comentar que la primer figura fue Nicolás Copérnico, que en contra de las ideas eclesiásticas que colocaban a la tierra como el centro de todo el universo, sus estudios determinaban que ésta, no era más que otro punto como otros que giraban alrededor del sol, y que éste, a su vez, también lo era como muchos otros, conformando la bóveda celeste. El segundo inquisidor fue un tal Carlos Darwin, quien alcanzo la trascendencia por su más conocida obra “el origen de las especies”, donde planteaba un diferente proceso de constitución biológica de la flora y la fauna que obviamente contradecía la participación de un poder divino en su creación. El tercero en aparecer a escena es el Dr. Sigmund Freud, médico neurólogo a quien en ésta ocasión, dedico un poco más de espacio de escritura, solamente para dejar de entrever que, sin importar la cantidad de años de diferencia  o a la disimilitud de sus actividades, las 3 personas antes mencionadas, demuestran que no es sólo éxito lo que ellos se acarrearon.     

“Sobre psicoterapia” es una de tantas conferencias dictadas por el creador del psicoanálisis en el año de 1904. La conferencia trata diversos temas, pero resalta sobretodo, el intento por parte de Freud, de proporcionar argumentos que lleven al psicoanálisis a ser considerado con igual jerarquía que las demás ciencias, pero con un especial interés, en llamar la atención de los médicos de Viena, a quienes siempre “coqueteo” a pesar de ser su público más difícil. Por aquella época en que comenzaba su difusión, no existía la gran dificultad en escoger las palabras adecuadas para aterrizar los términos (al menos en sus conferencias) ya que entre los asistentes había desde personas curiosas sin ninguna relación a la medicina, hasta psiquiatras, todos incluídos en la misma categoría de “profanos” en el tema.

Un don especial del Dr. Freud era despertar los sentimientos  extremos en las personas. Quienes lo leían y escuchaban, por un lado, lo amaban a tal grado de hacerse fervientes seguidores,  o por el otro,  provocaba que las personas  se unieran a las filas de los “positivistas” quienes lo atacaban sin piedad, lo cual  podría describirse como una ambivalencia que aún está presente en la actualidad. Freud en muchas ocasiones trató de prestar oído para quienes le hacían alguna pregunta, ya sea ésta con el mero afán de saber realmente acerca de la teoría psicoanalítica, o solo para madrearlo con el afán de contradecirlo, lo cual eran bien aprovechado  por él  como material para sus escritos. Basta leer por ejemplo su psicopatología de la vida cotidiana, para percibir un Freud que, en lugar de sacarle la vuelta al embrollo que determinada situación le presentaba, le ponía “el pecho a las balas” y nos daba una resolución que ni el lector, ni la persona que lanzo el cuestionamiento se esperaban.

Remar contracorriente no es nada fácil, sobre todo siendo el único representante del psicoanálisis durante muchos años. Sin embargo, fue su aislamiento, digámoslo paradójicamente, su mejor aliado. Poco a poco comenzó a correrse el rumor por toda Europa del nuevo método para encarar las enfermedades mentales y así se fue conformando una red cada vez más amplia de gente que quería aprender del maestro. Ellos, los que no se escandalizaban con su teoría del desarrollo psicosexual, ellos que vieron en su particular manera de interpretar los sueños una fuente inagotable de conocimientos que habían sido descartados anteriormente por ser nimios o que no producirían nada fructífero, ellos que sin importar el sin fin de ataques recibidos de diferentes flancos, llámense filósofos o médicos, cuyo principal argumento era decir: “carece de rigor científico”, así es, ellos, sus alumnos, no se quedaron ahí, petrificados por el impacto, ni tampoco petrificados en la imagen de un semi-dios perfecto al que debían de proteger a toda costa de esos ataques, sino al contrario, no se quedaron solo con el testimonio escrito de los pacientes que Freud atendía, con sus historiales clínicos, no les bastaba, no les parecía suficiente, querían cuestionar los cómo y los porqués, como aún también lo seguimos haciendo.

Ellos que nos compartieron y heredaron ese espíritu inquisidor, al modo de esos 3 principales  personajes,  no enseñaron también que  en las complicaciones, en las trabas, en los ataques, no se encuentra solo la desmotivación, el desaliento, sino mas bien la materia prima para seguir descubriendo, cuestionando y preguntando, ya que como bien dijo el mismo Freud, nadie puede ser muerto en absentia o in effigie.

contacto
juan.hernandezmnz@uanl.edu.mx

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