Freud darwin y copernico

Freud darwin y copernico

sábado, 30 de julio de 2016

La Ortopedia de los Afectos



La ortopedia de los afectos

“Los médicos recetan medicamentos que conocen muy poco
Con el objeto de curar enfermedades
Que apenas si entienden
En seres humanos que desconocen por completo”
Voltaire

No me referiré exclusivamente a las profesiones “psi”, o decir que la práctica del psicoanálisis carezca de ella, sino mas bien, (y al estilo de la psicopatología de la vida cotidiana, donde Freud no habla de la psicopatología de los neuróticos o de los perversos,)  el tema del que trataré trasciende a las profesiones, las especialidades, los estudios y las formaciones. Sin embargo, y esto es algo que no se puede obviar, es en el ámbito psicológico/psiquiátrico donde alcanza su mayor expresión.

Debo el título de éste escrito a una expresión escuchada en una conferencia a la que acudí en el año 2013 y que trataba acerca de las diferencias metodológicas/teóricas en las psicologías clínicas, la psiquiatría y el psicoanálisis. No es mi intención hacer un resumen de dicha conferencia, mas bien lo que intentaré realizar, es que a partir de esa, digamos “noción”, escribir ideas, dudas, lo que sobre la marcha vaya ocurriendo, además de lo que ya ha ocurrido, sin lo cual me hubiera animado a escribir.

¿Pueden los afectos tener una ortopedia? Pondré la pregunta en otros términos. ¿Pueden los sentimientos ser susceptibles de manejarse, moldearse, adecuarse, no digamos a la voluntad de uno, sino a la voluntad de alguien más? Tomado de la experiencia cotidiana diríamos que si es posible, y si es posible, ¿por que uno estaría dispuesto a entregar algo como las emociones, los afectos a alguien?, o quizá uno simplemente no los entrega sino que ¿son arrebatados a la fuerza?, o una respuesta más humilde es que simplemente, no tenemos control sobre éste aspecto tan complejo de nuestras vidas y nos la pasamos sufriendo, no sé si en vano como un obsesivo cualquiera, que no puede nunca llegar a ser lo suficientemente bueno, nos degradamos por que no alcanzamos la perfección tan anhelada que nos han vendido la psicóloga que se anuncia en el noticiero, la comadre de a lado, el maestro de clases especiales en la escuela y ¿si éstos personajes que pareciesen unos perversos buscan obtener algo a cambio?, me parece buen negocio siempre y cuando también nosotros obtuviéramos algo, ¿o no? Parece buen negocio, pero ¿de verdad obtenemos eso que se nos promete?, y si no lo obtenemos, por que seguimos pegados a esa idea, ¿que de gratificante sacamos de ahí?, ¿apoco es tan atrayente eso que se nos promete? ¿por que sigue rindiendo frutos y generando ganancias para unos cuantos, ¿por que no es parejo el asunto? ¿Por qué uno sigue sintiéndose empinado?

Traduciendo, lo prometido es bienestar, “lo hago por tu bien”, “yo sè lo que te digo”, “siga mi consejo”, “si no haces esto me voy” le dice el enamorado a su novia, “nomás que me desobedezcas y me vas a conocer” la madre al hijo, “lo que usted tiene se llama Depresión” o “lo que usted tiene se llama Trastorno Obsesivo compulsivo, y para que usted pueda salir de ese problema tendrá que hacer éstas sencillísimas tareas en su casa y en un plazo de no más de 2 años, usted estará completamente repuesto, podrá vivir de nuevo de una manera plena, disfrutar del trabajo y de su familia, claro siempre y cuando siga las instrucciones que a continuación le detallo, ya que el incumplimiento de cualquiera de éstas, se verá traducido en un estancamiento y una falta de compromiso de parte suya y tardará más en recuperarse”, le dice el psiquiatra al enfermo.

Entonces, ¿lo traducido es miedo? ¿Es violencia lo que se ejerce sin que nosotros nos percatemos de ello? Sí, y respondiendo a una de las tantas preguntas que hice arriba, se muestra con un rostro amable, cortés y sobre todo atractivo y prometedor, ¿de qué?, pues de cosas bonitas, que nos harán sentir mejor y no la basura que actualmente somos después de ver todo lo que podemos alcanzar, lo que tenemos no es nada, y ahí el punto de la violencia, la degradación del sujeto, del mandato superyoico que te dice “debes gozar más” y te hace “sentirse como pendejo” como,  “el que le tienen que decir como se hacen las cosas por que no tiene o le han hecho creer que no tiene las herramientas para salir de su atolladero” y en ese mismo “sentirse pendejo, sentirse inútil” encuentra su ganancia secundaria, por que es mas fácil que otro tenga la respuesta, no me compromete, no pongo en riesgo mi pellejo, que el otro lo haga yo desde aquí veo como hace y deshace conmigo, y le depósito en él, como si de una transferencia bancara se tratara,  que vía Sujeto Supuesto Saber, toda mi fé y esperanza para que él encuentre lo mejor para mí, manteniéndome en esa posición ambivalente, degradante y humillante, pero suave, cómoda y reconfortante.

Es tan común en las instituciones escuchar como los psicólogos se dirigen con sus pacientes diciéndoles, “lo que pasa que aquí sólo atendemos éste tipo de problemáticas (abuso de sustancias tóxicas, homicidios, violaciones, suicidios) pero no se preocupe, le buscaremos algún otro centro o especialista que se encargue de su problema, (su “problemilla pedorro”) osea que mi pinche malestar, mi estrés laboral, mi niño que tiene bajo rendimiento escolar,  de lo que sea que me esté preocupando no es nada, que soy un pendejo o pendeja porque por esas cosas pequeñitas me ando desviviendo, cuando en realidad existen problemáticas en verdad graves, y yo, yo de idiota sufriendo por la nada, por cosas inventadas, si ya decían mis amigos, mejor ponte a jalar, deja de estar pensando en cosas y ocúpate que lo tuyo no es nada, “andile señora por favor no nos venga a quitar el tiempo con sus cosas, que aquí si hay gente que de verdad sufre, léase un librillo chance y ahí encuentre ayuda pa´su hijo”. Pero el paciente, la señora, la persona no reclama, agacha la cabeza y dice “si como usted diga” los reclamos se desvían hacia uno,  son autodirigidos, ya que la “autoridad” ha hablado y mientras tanto, se sentirá mal consigo mismo, culpable de algo por no cumplir los requerimientos para su propia atención y esperará a empeorar o tener un verdadero mal y en ese momento podrá ser digno para el psicólogo y el instituto que, investidos de conocimiento, por el momento le devalúa. 

¿Cómo debe sufrir alguien? ¿Cuánto tiempo tiene que sufrir alguien para considerarse enfermo? ¿de que cosas uno tiene que sufrir? ¿Cuáles valen la pena y cuáles no? Son cosas que permean por doquier.

Escuchar, cosa tan complicada, ¿por qué? Porque escuchar nos involucra, nos acerca, hace que tengamos contacto, crea un muy particular lazo, un interés,  acorta las distancias, acompaña, ayuda, libera, desanuda y desnuda…

Escuchar dignifica, tanto al sujeto como a su problema (¿serán la misma cosa?), lo encamina hacia otros rumbos, es riesgoso, por eso tiene sus “desventajas”, la cual hace eco con las demás prácticas y de aquí quizá su poco atractivo: compromete y no promete. 

-Miguel Hernández Muñoz