¿Qué es la psicología clínica?
La psicología no es definida o se busca alguna
definición imprecisa, breve
o convencional
partiendo del supuesto de que todo el
mundo,
sabe, más o menos, de
qué se trata la psicología
-George A. Miller
Si plantea usted una
cuestión de física o de química,
callarán todos los no
especializados en tales materias.
En cambio, si
arriesgamos una afirmación psicológica,
podemos estar seguros
de que nadie dejará de emitir
su juicio, favorable o
adverso.
Por lo visto, no existe
en éste sector
“conocimientos
especiales”. Todo el mundo tiene su
vida anímica y se cree,
por ello, psicólogo.
-Sigmund Freud
Es frecuente escuchar que cuando
algo no anda bien, cuando las cosas se tornan difíciles se pide el consejo o
ayuda de algún amigo o conocido que entre tantas de las soluciones posibles,
nos recomienda ayuda profesional y si el problema que nos aqueja es de índole
emocional, lo más probable es que nos aconseje ir con el psicólogo. También
está la otra forma en que llegamos con él, cuando alguien nos refiere
directamente, como por ejemplo cuando un maestro o directivo de alguna escuela
pública o privada habla con la madre de familia sobre el comportamiento de su
hijo en clases, o en el ámbito laboral, donde esto se ve cada vez con mayor
frecuencia, en donde el encargado del departamento de una empresa ve afectada
su productividad por el deficiente desempeño de uno de sus empleados. A partir
de éstos puntos intentaré desarrollar la
cuestión de cómo surge la “psicología clínica”, y de paso responder cuales son
las razones que llevan a alguien a decir: “necesitas de un psicólogo”.
Veámoslo primeramente desde el
punto de vista de la “recomendación”. En realidad no es necesario poseer
conocimientos en psicología para hacer ésto, porque de esa misma forma
recomendamos médicos, ingenieros, plomeros, carpinteros, mecánicos y muchas
otras y muy diversas profesiones. Lo que alcancemos a ver de cómo trabaja algún
profesionista, no lo comprenderíamos, ya
que solo a medias le podría entender quien ya recorrió ese camino, el camino
del profesional que pasa horas y horas entrenando, leyendo, supervisando y
atendiendo. Todo eso culmina y rinde sus frutos si proporcionan los resultados
esperados para quienes solicitan de sus servicios.
¿Qué se espera de la psicología
clínica y por ende, de los psicólogos clínicos, que son quienes la practican? ¿De
qué tipo de soluciones estamos tratando? ¿También se trata de enderezar,
arreglar o componer algo como en la carpintería, plomería o la mecánica? Claro
que no tratamos con madera, tubos o motores descompuestos, se trata de gente
que sufre y que busca de manera desesperada que alguien le escuche y le pueda
hacer entender lo que pasa.
En el título del presente escrito
aparece la palabra psicología clínica. Hagamos el siguiente ejercicio,
definamos por un lado que es la psicología y por el otro la clínica, para así saber,
a grandes rasgos como se logró una y otra.
Tenemos por un lado a la clínica,
que proviene del griego “kline” que era el lugar donde los pacientes en la
mitología griega se recostaban mientras eran examinados por una persona con
conocimientos en medicina, lo cual quiere decir que, el concepto “clínica”,
está completamente arraigado con la medicina, y no es para menos, ya que en la
actualidad, cuando se pronuncia la palabra, a nuestra cabeza vienen por
resonancia diversas concepciones, como por ejemplo, desde un edificio donde se
atienden personas, un lugar donde se consulta y el adjetivo que califica alguna
profesión (él es clínico o estudia clínica)
Por el otro lado, la psicología
tiene su aparición formal como ciencia en épocas mucho más recientes que la
medicina. No es sino hasta el año de 1879 donde muchas de las cuestiones
abordadas durante siglos por filósofos y pensadores concluyeron en evidencia
experimental gracias a los trabajos de Wilhelm Wundt. La medición de la
respuesta fisiológica frente a diferentes estímulos fue lo que permeó éstos
experimentos.
Sabiendo que los orígenes de una
palabra y otra tienen siglos de diferencia, ¿en que punto de la historia se
concibieron por primera vez juntas?
La clínica es un concepto que va
de la mano de la medicina como mencioné, y para responder a lo último vayamos a
la prehistoria de una de las especialidades de ésta, la psiquiatría. Existe un
cambio ocurrido en el siglo XVIII en cuanto a la forma de ver un cuerpo aquejado
de enfermedad por parte de los médicos, es decir, que antes de éste siglo, que
lo único que se buscaba era la salud por parte del dueño de ése cuerpo enfermo.
No existía nadie quien le recomendara o le dijera que se tenía que tratar ya
que solo bastaba que se tuvieran malestares o dolores para acudir a consultar.
Esto no ha cambiado en nuestros tiempos, pero hubo muchas variantes. Pues bien
la búsqueda de la salud continúa, pero incluso ahora cuando no se está enfermo.
El cambio obedece a la
transformación de los sectores productivos de aquella época y que persisten
actualmente. Debe tenerse un nivel óptimo de funcionalidad para ser competitivo
en el mercado empresarial y por ende se requiere de recursos humanos que estén en las mejores condiciones
de salud. En caso de que la persona se muestre indispuesta, será reemplazada
por quien si pueda cubrir con estos mínimos requisitos, confinando a quien no
los tenga, a la espera de poder volver a incorporarse cuando su estado, ya sea
físico o mental, mejore. Entonces, a partir de esto, se pasaría de la búsqueda
de la salud, a la búsqueda de la normalidad, donde normalidad equivale a
funcionalidad, lo que sirve y lo que no, y esto es completamente válido también
para la salud mental. La enfermedad paso de ser parte de la condición humana, a
ser catalogada como algo anormal, algo que a toda costa se trata de evitar, o
prevenir dependiendo del contexto y de las circunstancias, por el miedo a ser
diagnosticado y sobre todo a no generar algún tipo de ingreso económico o
simplemente ser etiquetado. Antes y ahora, quien no aporta nada bueno o
productivo para la sociedad corre el riesgo de estar dentro de la categoría de
“trastornado” o de “enfermo mental” o en el mejor de los casos, a tener algún
“rasgo” de éstos dos.
El problema se agrava cuando
descubrimos que existe más de una psicología clínica. Es decir que así como
existe una psicología clínica conductual, también está la clínica gestaltista,
clínica cognitivista, clínica comunitaria, neuropsicología clínica, entre
otras. Dato curioso que uno de los maestros en la facultad de psicología de la
UANL nos hizo saber desde primer semestre diciéndonos que estábamos ingresando
a “la facultad de las psicologías” en plural. A pesar de las diferencias
técnicas y metodológicas de cada una, muchas de ellas tienen un punto de
intersección ¿Cuál es? Pues que la mayoría basan su abordaje en el mismo modelo
médico/psiquiátrico de atención a las enfermedades mentales o trastornos. No es
casualidad que quienes fueron los primeros en impartir clases en FAPSI fueran
casi en su mayoría psiquiatras y que, a pesar de los esfuerzos realizados por
los estudiantes en los años 70 para desestabilizar ésta hegemonía, su
pensamiento aún prevalece en sus pasillos y se ve reflejada en una sociedad que
vulgariza los términos, minimizando todo a descripciones de conductas, a una
“psicología de las apariencias” y donde “la raíz del problema” no tiene
importancia.
Y si el modelo médico no es el
más idóneo como abordaje clínico, ¿cuál si lo sería? ¿El psicoanálisis? ¿O en
su defecto la psicología clínica de orientación psicoanalítica?
Quizá no cumplí del todo con mi
cometido inicial, el cual consistía en explicar que es la psicología clínica,
como es el quehacer de un psicólogo y las razones por las cuales alguien acude
con éste. Al contrario, parece que entre más le escarbamos más dudas surgen,
pero por otro lado, espero haber brindado cierta orientación en el tema.
A modo de propuesta, quiero finalizar
con una cita del Maestro José Perrés extraída de su texto “La epistemología del
psicoanálisis y sus encrucijadas”:
Las relaciones ente los discursos
teóricos y clínicos, supone, inevitablemente, un problema epistemológico. Este resulta esencial en la clínica ya que
moldea diferentes “formas de escucha”. Si entendemos el discurso de la clínica
como la “simple aplicación” de la teoría psicoanalítica sobre un “objeto
empírico”: el paciente, nos podemos ubicar fácilmente como dueños de una
verdad, poseedores de un saber que le brindaremos, desvirtuando totalmente el
sentido de lo que es la experiencia psicoanalítica (por lo menos, tal como la
entiendo personalmente).
Las cosas resultan muy diferente
si en cambio reconocemos la especificidad del discurso clínico y consideramos
que todo nuestro conocimiento teórico debe poder “borrarse” en la clínica, para
no bloquear nuestra posibilidad de escucha de la particularidad de una
historia. Si pensamos que esa singularidad del paciente debe poner en jaque
permanente todo el saber teórico acumulado del psicoanálisis, estaremos en
mejor condición de aceptar nuestros límites y nuestra castración.
Podremos así abrirnos a la
sorpresa y a lo inesperado, al riesgo de nuestra propia movilización
inconsciente, sin lo cual nunca puede haber más que un “pseudoanálisis”, a lo
sumo un proceso psicoterapéutico, pero nunca la posibilidad de que nuestro
paciente pueda conectarse realmente con su propio saber inconsciente.
Lic. Juan Miguel
Hernández Muñoz
Referentes Bibliográficos:
Miller, G, A., “Introducción
a la psicología”,, Alianza Editorial
Freud, S., “El análisis Profano”, Ed. Izztaccihuatl
Silva,
F. Clínica, salud y biopolítica, una
lectura foucaltiana sobre la psicología de la salud. Texto de 1er semestre correspondiente
a la materia “Introducción a la psicología clínica y de la salud”
Perrés, J. “La epistemología del psicoanálisis y sus
encrucijadas” en cuadernos del área clínica