Freud darwin y copernico

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lunes, 7 de abril de 2014

¿Es el psicoanálisis el instrumento terapéutico adecuado para tratar la locura?



CULTURA Y SOCIEDAD
EL PSICOANALISIS ANTE LA LOCURA
Elogio del delirio
¿Es el psicoanálisis el instrumento terapéutico adecuado para tratar la locura? Los psicoanalistas franceses Françoise Davoine y Jean Max Guadillière realizaron un seminario en Montevideo* en el que mostraron su particular manera de trabajar este tema.
María Esther Gilio
"No deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos."
Ex 34,7

&emdash;Durante la mayor parte del siglo se consideró que el psicoanálisis no era el instrumento adecuado para enfrentar la psicosis. Desde hace décadas esta posición ha sido revisada. ¿Qué fue lo que los llevó a ustedes a reconsiderar el tema?

FD &emdash; Cuando decidimos hacernos psicoanalistas -sin saber bien por qué- fuimos a trabajar a un hospital psiquiátrico. Estábamos analizándonos, y aprovechando que ya éramos sociólogos conseguimos que uno de los jefes del hospital nos admitiera en su servicio. Allí trabajamos durante algunos años. Nuestra tarea no era exactamente la de los enfermeros pero vestíamos su mismo uniforme y cumplíamos las horas de trabajo que ellos cumplían. Llegábamos a la 6 de la mañana y partíamos a las 3 de la tarde. Eran 9 horas que dedicábamos a hablar con los internos.

&emdash;Se refiere a psicóticos sin distinción.

&emdash;Sí, delirantes, personas que habían dejado de hablar hacía 30 años; personas que habían ido a morir al hospital.

&emdash;Ellos hablaban…

FD &emdash;Algunas veces sí, otras no. Esto por supuesto dependía de muchas cosas.

&emdash;¿Dónde estaba este hospital en París?

FD &emdash; Estaba en el norte, en una zona que había sido muy destruida por la guerra. Y, mire qué curioso, en el momento en que elegimos ese lugar no teníamos la menor idea de que era esa destrucción lo que más nos atraía. No lo sabíamos, pero pronto comenzamos a trabajar bien con aquellos pacientes. Nos gustaba ese trabajo, estar con esos locos que nos enseñaban muchas cosas. Había entre ellos gente de una calidad excepcional, gente que sufría pero que lograba trasmitir cosas importantes.

&emdash;Resulta curioso pensar en dos sociólogos trabajando con pacientes psicóticos en un hospital psiquiátrico.

&emdash;Esto era difícil de hacerlo comprender a Alain Touraine, con quien trabajábamos en ciencias sociales.

&emdash;¿Cómo fundamentaban ustedes esa decisión de trabajar con psicóticos?

&emdash;Pensábamos que la locura tenía que ver con lo social, con el lazo social. Aunque…
&emdash;Aunque…

&emdash;Tal vez no habríamos podido explicar muy bien por qué pensábamos eso. Pero lo pensábamos, y mientras trabajábamos esta idea crecía y se profundizaba en nosotros. Un tiempo más tarde, siendo ya psicoanalistas, decidimos abandonar Francia y el hospital, e irnos por un tiempo a Estados Unidos.

&emdash; ¿Había allí un mejor ambiente para sus investigaciones?

&emdash; En París no había gente con quien hablar de nuestros temas. Nosotros teníamos alrededor de 30 años; la generación que venía atrás de Jacques Lacan, que nos precedía, tenía entre 45 y 50 años y sostenía que el psicoanálisis no tenía nada que hacer con la locura. En Francia sólo había una médica alemana exiliada que pensaba como nosotros y Françoise Dolto.

&emdash; Que sólo trabajaba con niños.
FD &emdash; Sí, niños y adolescentes. Sabíamos que en Estados Unidos había por lo menos dos grupos de tradición aglosajona que estaban profundizando en esta línea. Me refiero al Austen Riggs Center, donde trabajaban Otto Will, Harry Stack Sullivan y otros.

JMG &emdash;En Massachusetts había otro centro psiquiátrico donde también se trabajaba con psicoanálisis.

&emdash;¿Qué pasaba con Laing y Cooper, en Inglaterra?

FD &emdash; A ellos los conocía personalmente. No trabajaban en profundidad con la psicosis. Lo importante para ellos era la consideración de que la sociedad era la fuente de la locura.

&emdash; Apuntaban entonces a las instituciones consideradas inductoras de locura.
FD &emdash; Claro, pero yo sentía que era más complicado que eso. Para mí la persona loca tenía cosas que decir que no referían solamente a su rebelión frente a la sociedad.

&emdash; ¿Ellos no estaban interesados en la palabra del loco?

FD &emdash; En Gran Bretaña psicoanalistas como Melanie Klein y Bion sí estaban interesados porque consideraban que la locura enseñaba muchas cosas. Pero no pasaba esto con la antipsiquiatría. Laing y Cooper apuntaban sólo a las instituciones.

&emdash;¿Para qué sirve al analista la palabra del loco? ¿Para conocer mejor su locura?

FD &emdash; No sólo. Sirve porque con la palabra él sale de su locura. El objetivo de que hable es ése.

&emdash; ¿Qué es la locura para ustedes? ¿Una enfermedad?

FD &emdash; La locura no es una enfermedad sino una búsqueda. ¿Cuánto hace que se intenta encontrar el gen que produce la locura, el gen de la esquizofrenia? Desde el fin de la Edad Media existe esta preocupación...

&emdash; Usted dice "la locura es una búsqueda". ¿De qué?

FD &emdash; Se busca saber lo que la historia oficial ha cortado de la verdadera historia. El loco o sus ancestros que han sido testigos de los reales acontecimientos van a enseñar, con medios extravagantes, que él o sus antepasados han sido testigos de esos hechos hoy ocultos.

&emdash; Esa sería la manera que encuentra para expresar esa verdad.

FD &emdash; Una verdad que fue ocultada, que no fue dicha.

&emdash; Lo que dice puede tal vez resultar increíble. No lo es si pensamos que hoy llegan a los consultorios de los psicoanalistas alemanes, nietos y biznietos de nazis traumatizados por hechos perversos cometidos por sus abuelos o bisabuelos. Hechos nunca dichos ni aludidos. Pero volviendo a la locura. Usted dice entonces que es una búsqueda de la verdad.

FD&emdash; Claro. Pero es que incluso en la Edad Media encontramos datos interesantes. En la Edad Media había dos aspectos de la locura. Uno médico, que se trataba de resolver con drogas, operaciones a la cabeza, sueño, castigos. Y otro que atraía y apasionaba a los hombres que tiene que ver con lo que la locura enseña. En el siglo xvi la locura se representaba en los escenarios. De esa época es El elogio de la locura de Erasmo. Hoy la locura salió de los escenarios pero tiene todavía una dimensión teatral. El loco muestra lo que no puede decir. Lo muestra exagerándolo y busca desesperadamente a otro que reconozca la parte de verdad que hay en lo que muestra.

&emdash; ¿Cómo hace el psicoanalista para contactarse con el paciente?

JMG &emdash; Hay que plantear la pregunta al revés: qué medios tiene el paciente de entrar en contacto con el psicoanalista. Porque el oficio de loco es el de entrar en contacto con alguien, no con "los demás" en general, sino "con alguien", al menos uno, para comenzar el trabajo de poner la luz sobre la verdad, sobre la autenticidad. Esto es lo que busca el loco: entrar en contacto, sobre todo con el psicoanalista, para que éste sea alcanzado por la verdad que busca trasmitir. Lo que él quiere es tocar al psicoanalista.

&emdash; Tocarlo…¿emocionarlo?

JMG &emdash;Sí, emocionarlo, conmoverlo.

&emdash; ¿Despertar su piedad?

JMG &emdash; No, para nada. No quiere despertar piedad, conmiseración, indignación o cualquier otro sentimiento en ese estilo. Lo que el paciente trata de hacer es tocar en el analista zonas sensibles, frágiles en la historia del analista. Porque sólo así él podrá hacer trabajar sus propios traumatismos.

&emdash; Analizar a estos pacientes puede acarrear mucho sufrimiento al analista.

JMG &emdash; Cuando el paciente ha sufrido mucho, ha pasado pruebas muy dolorosas durante toda su vida, y lleva con él su dolor y el de sus ancestros, uno suele preguntarse cómo se puede soportar eso, cómo es posible vivir de esa manera. No es fácil para él desprenderse de la angustia que todo ese dolor le produce y de la piedad que le despierta. Y bueno… tampoco es fácil evitar el llanto algunas veces.

&emdash; De cualquier modo no es esta compasión lo que más interesa al paciente.

JMG &emdash; Lo que él busca es comunicarse con alguien que haya tenido una historia similar…

&emdash; Ustedes son psicoanalistas y sociólogos. Tal vez los instrumentos que usan en su trabajo presentan peculiaridades.

FD &emdash; En Estados Unidos conocimos a una argentina, Beatriz Poster, directora de un hospital psiquiátrico en Austin, que hoy trabaja en Los Angeles. Es una de las mujeres más dotadas en el tratamiento de la esquizofrenia. La primera vez que nos vimos ella me dijo: "Françoise, ¿cómo trabajas con los pacientes psicóticos?". Yo le dije: "Beatriz, lo hago desde que era chica".

&emdash; ¿Cómo desde que era chica?

FD &emdash; Sí, desde que era niña. "Yo también", me dijo ella. Así que… los instrumentos están ya ahí, luego uno los mejora con el propio análisis y con los estudios de las teorías analíticas. Lacan, Bion, los anglosajones...

&emdash; ¿Es decir que usted siente que tenía, ya de niña, una especial competencia?

&emdash; Sí, una competencia que nació del contacto con traumas. En mi caso los traumas de mis padres.

&emdash; ¿Usted es judía?
FD &emdash; No, soy goi -dice riendo
&emdash;, pero nací durante la Segunda Guerra en una zona de fuerte resistencia. Se combatía en las montañas. Mi madre fue tomada prisionera por los alemanes cuando estaba embarazada de mí. Desde que nací oí hablar de la guerra. Sin embargo fue hace muy poco -cuatro o cinco años- que comprendí la importancia de toda esa historia de guerra en que se jugaban la vida. Cuando crecí y resolví ser psicoanalista no sabía que estaba activo algo que me empujaba a esa investigación. Lo curioso es que una de mis primeras preguntas frente a un paciente era: ¿qué catástrofe ha atravesado su vida? Y fueron sus respuestas las que me obligaron a mirar en mi propia historia. Felizmente no fuimos los únicos en experimentar esto, la mayor parte de los psicoanalistas que se interesaron en la psicosis se formaron durante la guerra. Bion tenía 18 años en la guerra del 14 y fue psiquiatra militar durante la del 40. Winnicott era psicoanalista de niños en la Segunda Guerra Mudial.

&emdash;Me resulta difícil imaginar el diálogo con un paciente loco.

JMG &emdash; No es difícil, porque una vez que el loco encontró la zona sensible del analista entre los dos inventan el análisis.

&emdash; Bueno, no es fácil imaginar cómo lo hacen.

JMG &emdash; Lo que hacemos es representar, como en el teatro, inventar juntos los instrumentos para continuar o para hacer existir el análisis.

&emdash; En ese sentido es algo parecido a una relación de amor.

FD &emdash;Exactamente.

JMG &emdash;Al mismo tiempo tenemos, como analistas, que responder a las preguntas del paciente, preguntas muy rigurosas, muy precisas y lúcidas, ya sea sobre el momento de la transferencia en que estamos, los medios que tenemos para continuar, la manera en que vamos a poder recordar y comunicar a otros lo que pasa en esa sesión.
FD &emdash; Me ha ocurrido de llegar al hospital y que un paciente me mire a la cara y me diga: "Hay algo que no marcha hoy".

&emdash; El supo que usted no estaba bien.

FD &emdash; Lo supo. Otra mañana en que también me sentía mal, torpe, en que se me caían las cosas de las manos, una paciente se me acercó y dijo: "No sé qué me pasa, el sol no me calienta".

&emdash; Se refería a usted.

&emdash; Se refería a sí misma para expresar algo que me pasaba a mí. Muy a menudo esa es una segunda forma que en general inventan movidos por el temor de que el otro diga: "Usted se equivoca".

&emdash;Tienen la experiencia de no ser creídos.

&emdash;Saben que el mundo niega sus intuiciones. Entonces toman sobre sí lo que ven que le está pasando al terapeuta. Me ha pasado con una paciente que de pronto entra en un gran delirio. Me doy cuenta de que mientras delira me observa atentamente. Ella está testeando si yo, como todo el mundo, voy a decirle "Esas son tonterías". Pero yo la escuchaba y sabía que eso que decía era muy importante para ella.

&emdash;¿Son siempre, necesariamente, cosas importantes?

FD &emdash;Un delirio es una construcción necesaria. No hay otro medio de decir algunas cosas. Porque uno está solo y de tanto hablarse termina por hacer construcciones enormes. A veces poéticas, de arte. Entonces yo le dije "Escuche, no puedo decirle que yo creo, pero sí puedo decirle que confío totalmente en lo que dice". Decir "yo creo" sería una mentira, "tengo confianza" es la verdad. El delirio es algo precioso, es la vida de alguien y no podemos destruirlo.

JMG &emdash;Sobre todo destruirlo con medicamentos.

&emdash;¿Eso pasa con los medicamentos?

JMG &emdash;Sí, hay medicamentos que destruyen el deliro, que impiden pensar.

&emdash;¿Usted no los utiliza?

JMG &emdash;No, no, no.

&emdash;Usted dice "no" como si dijera "¡No fui yo quien robó!" ¿Un loco nunca precisa medicamentos?

JMG &emdash;Sólo en casos de extrema urgencia.

&emdash;¿Un posible suicidio por ejemplo?

JMG &emdash;También cuando arriesga entrar en una situación psiquiátrica de difícil manejo, de difícil contención. En tal situación la medicación es necesaria. Elegiremos entonces un profesional conocido que lo calme suavemente sin atacar el delirio. Esto es indicado en pacientes que por ejemplo no duermen durante semanas.

&emdash;Hace un tiempo en el sur de Brasil una madre cortó un dedo a su hijo de nueve años para castigarlo. ¿Qué dirían ustedes sobre un caso así?

JMG &emdash;Diríamos que esa madre está loca. Y que esa locura, de una manera atroz, muestra al resto del mundo algo que ya tuvo lugar en la propia vida de la madre o de sus antepasados. Algo que no fue reconocido. Muestra una ejecución, una masacre. Muestra sangre, la inhumanidad que puede aparecer en situaciones catastróficas y alcanzar las relaciones entre una madre y su hijo.

&emdash;¿Cuáles son las diferencias entre el diálogo que mantiene el analista con un paciente según sea este neurótico o psicótico?

FD &emdash;En el diálogo del análisis en que el paciente es una persona normal el analista se mantiene bastante pasivo, neutro. No pasa lo mismo en el diálogo con el psicótico, donde el papel del analista es bastante más activo.

&emdash;Usted a menudo recurre a la literatura, toma obras de ficción para ejemplificar o investigar. Faulkner, Kenzaburo Oé y también Cervantes.

FD &emdash;Toda la obra de Faulkner de una manera u otra tiene que ver con la guerra civil en la cual su familia había sufrido mucho. Kenzaburo Oé investiga intensamente sobre las consecuencias de la bomba atómica en Japón. Cuando uno mira de cerca a los grandes creadores siempre verá una catástrofe atrás.

&emdash;¿En el caso de Cervantes hay algo más que unos años de prisión en Argelia?

FD &emdash;Cervantes no estuvo prisionero, sino que fue esclavo en Argelia durante cinco años. Tuvo todos los días ante su vista la tortura y la muerte. El traumatismo se define por la presencia de la muerte. La muerte está allí. La persona anticipa su muerte. Después de esto será completamente diferente. Renacerá de otra manera. Esto pasa no sólo con personas que vivieron una guerra, un genocidio, sino personas que se salvaron de un terremoto o sobrevivieron en un avión que sufrió un accidente grave, con muertos.
Cuando Cervantes volvió a España estaba molesto con la sociedad de su patria a la que ya no comprendía. Y no la comprendía porque él había cambiado. Entonces se refugió en los libros, en algo que le permitiera soñar, aunque sabía que los sueños no podían cumplirse. El Quijote es la historia de un hombre que trata de soñar y todo el tiempo se da contra un muro. Pienso que Quijote es Cervantes, un personaje completamente loco y a la vez completamente lúcido. Creo que es el mejor libro de psicoanálisis de la locura. Porque está la transferencia de Don Quijote y Sancho. Entran y salen de la locura alternativamente y cada uno cuida el cuerpo del otro con mucha ternura, como una madre. Los que han sufrido traumas saben ocuparse bien de los demás.

&emdash;No hay narcisistas ahí.

FD &emdash;Claro, no hay.

&emdash;¿Y perversos, personas que disfruten con el dolor del otro?

&emdash;Podemos encontrarlos si no han conseguido atravesar la zona de muerte, de crueldad. Las víctimas en este caso pueden ser muy crueles. Quien ha sido tratado cruelmente puede tener el deseo de sacar esa crueldad hacia afuera.

&emdash;Hemos hablado de aquellos cuya locura está relacionada con hechos sociales que produjeron mucho sufrimiento a ellos mismos o a sus antepasados. Pienso que tal vez también puede la locura marcar a los descendientes de los verdugos.

JMG &emdash;En Francia una psicoanalista de origen armenio publicó un libro sobre este tema. Realizó un trabajo con descendientes de las víctimas armenias del genocidio y con descendientes de los turcos que habían asesinado a los armenios. Descubrió que el tipo de síntomas que presentaban los hijos y nietos de unos y otros eran los mismos.

&emdash;Esto debe haber producido gran escándalo. No es fácil de aceptar.
JMG &emdash;Así fue, produjo gran escándalo en Francia.

&emdash;¿Qué hacen cuando un paciente les produce rechazo?
Ambos a la vez, riendo: "Lo derivamos".