Freud darwin y copernico

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martes, 4 de febrero de 2025

Contestación rápida a "¿por que mi psico ya no me buscó si dejé de asistir a terapia"?

Voy a ir intentado responder desde mi experiencia cada uno de los puntos que aparecen en este post. De entrada diré que lo que me animó a escribir sobre esto fue que lo compartieron dos personas que tengo entendido trabajan desde el psicoanálisis, ya que en el hipotético caso de que lo compartiera algún otro colega sabiendo que su corriente es otra, hubiera pasado desapercibido para mí. No obstante si trabajamos desde el terreno psicoanalítico, me permito hacer algunas puntualizaciones y preguntas sobre este post.

 ¿Qué significa decirle a alguien que su proceso es su responsabilidad? Por un lado se me ocurre que decirle a alguien eso pudiera resultar en reacciones culpabilizantes o revictimizantes, en el sentido de “si no estoy bien es por que no he ido a terapia” “si al menos tuviera la disciplina o me esforzara por acudir a terapia estaría bien”. Señalamientos acusatorios que lo único que provocan es precisamente lo que tratan de evitar, que el paciente deje de acudir. Pensar de esta forma es olvidar, desde el psicoanálisis, que existe un más allá del principio del placer, la dimensión del goce del síntoma el cuál nos divide entre sujetos conscientes e inconscientes. Ignorar esto sería reducir el campo del psiquismo a lo consciente, válido para algunas corrientes en psicología en donde la responsabilidad o parte de ella recae en quien solicita consulta. 

 ¿Existe un momento en que alguien quiere ir realmente a terapia? ¿Qué pasa en el caso por ejemplo de adolescentes que no acuden por su propia cuenta? ¿Si no quiere acudir no funciona el tratamiento? Retomemos entonces la noción del Goce, pero primero un chiste muy difundido en el campo psi. ¿Cuántos psicoanalistas se necesitan para cambiar una llanta? Ninguno, por que primero, la llanta tiene que querer cambiar. ¿Qué pasa si el paciente, a pesar de acudir siempre puntualmente a terapia, conscientemente quiere cambiar, pero en el fondo quiere mantener todo igual? ¿Por qué alguien no puede no dejar de hacer aquello que lo hace sufrir sobretodo sabiendo conscientemente que eso lo hace sufrir? 

 La peculiaridad del psicoanálisis es el trato que le damos a los síntomas. Los síntomas para este son verdades cifradas, son mensajes en código encriptado, son formaciones de compromiso resultante entre el choque diversas fuerzas, pero además, son formaciones de Goce. El goce es lo que no permite a un síntoma movilizarse o desaparecer simplemente por que mis esfuerzos o mis técnicas psicoterapéuticas están encaminadas a erradicarlos. Es importante mencionar esto ya que, se piensa que es el síntoma el que nos consume, y eso es verdad en cierto modo pero no basta con decir esto, pues el psicoanálisis advierte que es el sujeto es quien también consume o se beneficia de ese síntoma, sin percatarse que así lo hace. ¿Cómo puede alguien hacerse responsable o querer cambiar las cosas cuando uno desconoce verdaderamente como esta estructurado aquello que queremos desaparecer? No se puede sin antes admitir que no solo el síntoma nos sujeta sino que hay algo en él que sujetamos y que no queremos soltar a pesar del daño que nos ocasione. ¿es válido señalar a alguien en su completa ignorancia sobre estos aspectos que si no cambia es por que falta esfuerzo en él? 

 ¿Es válido que un terapeuta entonces se contacte con un paciente para que retome su tratamiento? Tomando en cuenta lo anterior, el paciente siempre buscará la manera de boicotear o interrumpir la terapia, eso es por default, incluso antes de solicitar la cita. ¡Siempre hay resistencia! ¡Hay más resistencias que deseos de cambiar! Sea un adolescente o un adulto, eso es independiente. Pueden existir muchas razones no psicoanalíticas para que alguien le insista a un paciente en que continúe o retome, pero estrictamente hablando desde el nuestro quehacer analítico, es el deseo del analista el único capaz de mantener a un paciente en el proceso no sólo a través de la insistencia, sino también en su rol activo en las entrevistas, en su curiosidad e interés por saber mucho de su paciente y que dicho deseo no se contenta con que vuelva, sino que intenta involucrar al paciente con eso que le pasa. Es el deseo del analista el que va a marcar ciertas pautas, ritmos y tiempos, siempre tomando en cuenta las pautas, ritmos y tiempos del paciente por que cada psicoanálisis es único. A fin de cuentas, hay que recordar como dijo Lacan “el analista dirige la cura, no la vida del analizante” 

 -Lic. Miguel Hernández